La Virgen de Gracia y Amparo paseó por las calles de su barrio para conmemorar el 75 aniversario de la imposición de su corona, una efeméride que tuvo lugar el 23 de marzo de 1947. Era un día especial y las calles adyacentes a la Iglesia de San Roque estaban engalanadas con guirnaldas y pancartas para la ocasión. Era octubre, pero parecía una tarde de primavera.
El sol impactaba con fuerza en la fachada de la Iglesia a eso de las seis de la tarde. Otra vez revivió el resplandor de esa pared color crema cuyo brillo siempre me despierta los mejores recuerdos de lo que significa para mí un Domingo de Ramos. Porque la Virgen hizo que un día cualquiera de octubre se convirtiera durante unas horas en el domingo más bonito del año.
Para la salida extraordinaria, la Hermandad diseñó un recorrido ligero y recogido. Cinco horas en las que Nuestra Señora de Gracia y Esperanza recorrió las entrañas de su barrio. El andar del paso, como de costumbre, fue extraordinario. Conservando siempre la elegancia incluso cuando sonaban marchas más alegres que incitaban al movimiento. Así de bien se anda en San Roque.
Ella iba tan guapa como de costumbre, porque la belleza de la Virgen de Gracia y Esperanza no se discute. Estaba guapa de día, con el sol de media tarde dando luz a sus finas mejillas, y estaba guapa de noche, con el resplandor de su candelería. Tampoco se discute que su palio es uno de los más espectaculares, bonitos y completos de la Semana Santa de Sevilla. Un señor palio, como diría más de uno.
Con una Virgen y un palio así, uno solo puede disfrutar con cada chicotá. Y así fue. Lo disfrutaron los hermanos, lo disfrutó la cuadrilla y lo disfrutamos todos los presentes. Enhorabuena a la Hermandad de San Roque por el día tan bonito que nos regalaron y por cuidar y mimar así de bien a una de las dolorosas más guapas de Sevilla.
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